Siempre hay alguien que necesita algo, menos tú.
La soledad del líder: Confesiones de un veterinario dueño de una clínica
Durante años soñé con tener mi propia clínica veterinaria. Estudié, trabajé incansablemente y finalmente logré abrir un pequeño espacio dedicado al cuidado animal. Pensé que la satisfacción me acompañaría en todo momento. Pero lo que jamás me anticiparon fue la silenciosa soledad que conlleva ser líder de un pequeño negocio.
Desde fuera, tener una clínica veterinaria parece un trabajo adorable. Mascotas por todos lados, clientes cariñosos, publicaciones bonitas en redes sociales… Pero detrás del telón, el escenario es diferente.
“A veces siento que todos tienen a alguien a quien acudir… menos yo.”
Llego el primero y me voy el último. Y cuando me voy, me llevo la carga a mi casa. Me cuesta dejar la mochila de la clínica en el cierre de la puerta. ¿Como voy a dejar de pensar en lo que hare con mi negocio mañana? Y, aunque a veces lo consigo, por la noche mi cerebro me traiciona y abro los ojos, miro al despertador (son las 4 de la mañana) y algún problema de la clínica rebota en mi mente sin que pueda hacer nada para remediarlo.
Los empleados esperan dirección, los proveedores puntualidad, los clientes soluciones rápidas… Pero pocas veces alguien se detiene a preguntar cómo estás tú.
Mostrar debilidad como líder puede parecer peligroso. Así que aprendes a sostener la sonrisa, a responder con calma incluso cuando estás a punto de romperte por dentro.
Cuando la jornada termina, y apago las luces de la recepción, me quedo a solas con mis pensamientos. Las jaulas vacías, los estantes medio llenos y el eco de mis propios pasos son testigos de las preguntas que no comparto:
- ¿Estoy haciendo lo suficiente?
- ¿Y si un error mío compromete la vida de un paciente?
- ¿Qué pasará si la competencia crece o los gastos se disparan?
“Me dedico a sanar, pero muchas veces soy yo quien más necesita cuidado.”
La vocación es poderosa, pero no inmune a la fatiga. Amar a los animales me trajo aquí, pero mantener vivo el negocio requiere más que pasión.
- Es lidiar con burocracia, contabilidad, redes sociales y horarios imposibles.
- Pagar a hacienda cada trimestre, presvet cada 15 días y así un sinfín de obligaciones que no permiten esperar
- Es convivir con el dolor de los clientes, incluso cuando uno está emocionalmente al límite.
- Es ofrecer soluciones incluso cuando no hay respuestas claras.
- Es rebelarse contra la crueldad de una crítica injusta en las redes sociales con las palabras ladrones, asesinos, solo buscan el dinero...cuando te desvives por tus paciente y clientes….también por el que te criticó.
- Es sentirse un presunto delincuente por no poder llegar a todas las obligaciones legales, algunas que ni siquiera sabes que existen
“La gente piensa que soy fuerte porque dirijo. En realidad, lo hago porque no tengo otra opción.”
Una de las cosas más difíciles de ser líder es tomar decisiones que afectan a otros. Despedir a alguien que no encaja, aunque sea buena persona. Subir precios para poder pagar sueldos dignos, sabiendo que algunos clientes se irán. Decidir no abrir los sábados o quitar las urgencias, aunque eso signifique perder ingresos, porque necesitas un día para respirar.
Cada decisión es una carga. Y aunque consultes, escuches, analices, al final la responsabilidad es tuya. Y eso pesa. Pesa mucho.
Con el tiempo descubrí que esta soledad no era algo que debía aceptar pasivamente. Comencé a hacer pequeños cambios que me ayudaron a reconectar:
- Me uní a un grupo como Wecan. Allí encontré personas con miedos similares, y eso alivió el peso.
- Delegué más. Aprendí que no todo debe pasar por mí. Al hacerlo, no perdí control; gané libertad.
- Empecé a hablar. A compartir con otros colegas lo que antes escondía por vergüenza. Y en ese gesto, encontré algo inesperado: comprensión.
La soledad del líder veterinario es real, pero no definitiva. Reconocerla es el primer paso. Aceptarla, el segundo. Transformarla en comunidad, en apoyo, en humanidad… es el camino.
“Porque no puedo salvar a todos los animales, pero sí puedo salvarme a mí cada día, siendo más honesto conmigo mismo.”
La soledad del líder no desaparece. Sigue ahí, en ciertos momentos. Pero ya no me paraliza. Ya no me hace sentir menos. Ahora la reconozco, la acepto, y sé cómo gestionarla.
He aprendido que ser líder no significa tener todas las respuestas, sino tener el coraje de seguir adelante incluso cuando no las tienes. Que mostrar vulnerabilidad no te hace débil, sino humano. Que compartir tus miedos puede ser el primer paso para superarlos.
Con el tiempo, entendí que el éxito no era tener una clínica llena todos los días, ni ganar premios, ni salir en revistas. El verdadero éxito era poder dormir tranquilo. Saber que estaba haciendo lo mejor que podía, con honestidad, con entrega. Que estaba cuidando no solo a mis pacientes, sino también a mí mismo.
Empecé a poner límites. A decir que no. A tomarme días libres sin culpa. A invertir en mi salud mental. A rodearme de personas que me entienden, que me sostienen.
Si tú, que estás leyendo esto, también lideras un proyecto, una clínica, un negocio, y te sientes solo… quiero que sepas que no lo estás. Que somos muchos los que caminamos por esta senda, a veces en silencio, pero con el mismo amor y la misma carga.
Busca tu red. Habla. Comparte. No te encierres. Porque, aunque la soledad del líder es real, también lo es la fuerza que nace cuando decides no cargar con todo tú solo.
Cuando preguntamos a los compañeros de Clínicas Veterinarias Wecan qué es lo que valoran de estar en este grupo, hay muchas respuestas que van desde la mejora, crecimiento, gestión….pero hay una que siempre destaca: no estar solo


























































